El contexto de la sociedad contemporánea está experimentando profundos y acelerados cambios en los aspectos que definieron la sociedad industrial hasta hace escasamente dos décadas, que afectan a los modelos de vida de las personas y a sus valores y, por tanto, repercuten en la formación de criterios y en la toma de decisiones; cada vez más la educación parece situarse en el centro del huracán tensional que todo proceso de cambio de estructura social trae consigo. En esta coyuntura de incertidumbres e inseguridades ante las nuevas realidades sociales, la centralidad educativa extiende la mirada más allá de la educación formal hacia las cuestiones cívicas y la problemática de la convivencia en los espacios públicos, que están denunciando y modificando el concepto tradicional, hoy obsoleto, de ciudadanía. Estas nuevas circunstancias aumentan la visibilidad de una potencialidad educativa más vinculada a una concepción de servicio público ligado al trabajo en red, dirigido a promocionar las actitudes y comportamientos propios de una sociedad ambiental y socialmente sostenible, que propicie la cooperación y la participación social en aquellas cuestiones que atañen a todos, a través de la formación de una ciudadanía responsable y solidaria promotora de una convivencia en paz; lo cual hace necesario favorecer, desde la familia, desde las organizaciones de la sociedad civil y desde los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información, la reflexión y el desarrollo de experiencias pertinentes para formar una ciudadanía capaz de afrontar los cambios.
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Aznar Minguet, P. (2007). Familia, sociedad y redes de comunicación. Bordón, 59(2–3), 335–352.
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