EDUCACIÓN, LIBERTAD, JUEGO Y REGLAS, ¿CUÁL ES LA RELACIÓN? Aunque desde principios del siglo XX el juego ha sido ampliamente utilizado como una herramienta educativa, en ocasiones se ha visto como una actividad sobre la que la educación no debería reflexionar o como un espacio que se escapa del terreno de la educación, en el que los niños tienen la oportunidad de explorar su entorno de forma libre. En este orden de ideas, la libertad que un niño pueda experimentar en el juego es vista como una verdad obvia sobre la cual no es necesario reflexionar. En un sentido más amplio, como lo plantea Arendt (citada por Von Zuben y Gallo, 2008), en todos los asuntos prácticos se piensa que la libertad humana es una verdad obvia y, basándose en este supuesto, se dictan normas, se adoptan decisiones y se aplican sentencias a las comunidades humanas. Si asumiéramos que el objetivo de la educación es preparar a los niños para la vida adulta, para que se adapten a su entorno y reproduzcan los esquemas socialmente aceptados, no sería necesario reflexionar acerca de la libertad ni de las reglas que guían el actuar del ser humano, pues dicho actuar ya estaría definido por las reglas dadas. Sin embargo, como lo exponen Von Zuben y Gallo (2008), cuando vemos en la educación sea al interior o al exterior de la escuelas, un papel relevante para la conquista de la libertad, tal y como lo plantearon autores anarquistas como Bakunin (Von Zuben y Gallo, 2008), es fundamental cuestionar y comprender las normas y los parámetros dentro de los cuales se desarrolla la educación y la sociedad. Esto es válido para quienes creemos que el objetivo de la educación no puede reducirse a una preparación para la vida adulta, a una adaptación a la sociedad, lo que equivale a una visión en la que los individuos son una expresión de la sociedad (Von Zuben y Gallo, 2008). Es válido para quienes creemos que por el contrario, la sociedad debe ser una expresión de los individuos y que, en este sentido, el objetivo de la educación es llevar al individuo a la conquista de la libertad. Así mismo, es válido para quienes, como Freire y algunos otros pedagogos críticos, creemos en la educación como un proceso de liberación del hombre, que viéndose oprimido, decide liberarse a sí mismo (Freire, 2003). Si bien no es el objetivo de este artículo
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Argüello Ospina, C. (2010). El juego como práctica de la libertad: La imposición y la construcción de reglas. Voces y Silencios. Revista Latinoamericana de Educación, 1(2), 141–157. https://doi.org/10.18175/vys1.2.2010.03
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