Si el paganismo primitivo presentaba mitos sabré dioses metamorfoseados en seres tamales y leyendas acerca de personas elevadas a deidades, aquel día en el monte solo un hombre pudo mostrar la verdad de que Él ni es un dios cualquiera materializado, ni un humano con pretensión de divinidad. Porque es el mismo y único Dios desde antes de la fundación del universo; porque es, no una luz, sino La verdadera, sin principio ni fin en la eternidad; desde siempre existente, antes de la orden del Creador "iFiat lux! Sobre el caos (Génesis 1:3 y Juan 1:1). La semana previa a su ascensión al Tabor había confirmado la confesión padrina en punto al misterio del ungido unigénito del Todopoderoso, profetizado mil veces por mil voces; había anticipado por primera vez su destino pasional, que culminaría en el Calvario. Fue anuncio de la lucha entre un monte de brillo y otro de tinieblas, desde el cual se ofrecería manso en oblación sublime, para rutilar triunfante contra la oscuridad.
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Oreste Posada, M. (2020). La luz del mundo. Crea Ciencia Revista Científica, (1), 22. https://doi.org/10.5377/creaciencia.v0i1.9312
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