El tema de los movimientos migratorios en el cine español ha aparecido con frecuencia a lo largo de su historia. Ya en 1930, de la mano de Florián Rey, observábamos en La aldea maldita cómo gran parte de la población del pueblecito segoviano de Lujan abandonaba la aldea en búsqueda de algo mejor en la capital de España. Esta migración interior de gentes de un mismo país desde el campo a la ciudad se ha repetido con desigual fortuna durante el periodo franquista. Dejando de lado Surcos, película que nos ocupa monográficamente en este articulo, donde los campesinos castellanos abandonan el empobrecido campo para bus- carse la vida en la capital, en los años sesenta otros filmes mostraron el éxodo rural español, por medio de la inadaptación de los aldeanos venidos de zonas rurales de España a ciudades más desarrolladas, mostrando un arquetipo que ha poblado nuestras pantallas en diversas ocasiones: el paleto, que aparece en filmes de distinto pelaje relacionados no solamente con las migraciones, sino con las visitas de los aldeanos a la ciudad, o mostrando las miserias de los pueblerinos fuera de contexto, como sucedía en las lamentables Cateto a babor (1970) o La ciudad no es para mí (1966). Este arquetipo de paleto o cateto aparece atisbado en Surcos, ya que los pueblerinos que llegan a la urbe son tratados como tales por los urbanitas madrileños.
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Sojo Gil, K. (2011). Éxodo rural y emigración al Madrid de los cincuenta: el caso de Surcos (1951), de José Antonio Nieves Conde. Quaderns de Cine, (6), 103–113. https://doi.org/10.14198/qdcine.2011.6.10
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