Introducción La concepción binaria de la realidad, característica del pensamiento moderno, parece impregnar la comprensión de la sociedad peruana. Este modelo ha producido interpretaciones diferentes y opuestas sobre la misma. Generalizando al respecto, podemos decir que existen dos grandes posturas: la que se funda en la dualidad bárbaro/civilizada y asume la primacía de la tradición occidental y aquella que usa la oposición entre el buen-salvaje/civilización-corrupta para construir una narrativa que postula a la cultura prehispánica como la auténtica fuente de la identidad nacional peruana y como el soporte para la creación de un horizonte utópico. De acuerdo a estos modelos duales, la sociedad peruana está compuesta por dos grandes sectores: el criollo-mestizo, adscrito a la civilización española/occidental, y el indio, asociado con las culturas prehispánicas. Esta estructura dual estaría jerárquicamente organizada bajo el predominio del sector occidentalizado. El dualismo también caracterizaría a la composición de clases peruana, donde "el inmenso poder de las clases altas contrasta con la inexistencia o falta de gravitación de las clases medias y el desvalimiento de los sectores dominados"(Bourricaud 1970: 25). En esta narrativa las clases medias están ausentes; son mencionadas únicamente con referencia a su "falta de identidad", a su incapacidad para identificarse con las "auténticas raíces históricas" de la nación o para mencionar, vagamente, que algunos de sus miembros están atravesando "un proceso de radicalización". En este ensayo propongo que esta representación de la sociedad peruana, más que dar cuenta de su compleja historia, es una estrategia para traducirla en oposiciones binarias. El sujeto activo es identificado con la modernidad y la tradición occidental, y el objeto pasivo-de quien hablan-con la cultura prehispánica. Sin embargo, estas oposiciones ocultan las estrategias a través de las cuales se producen estas polaridades y convierten a los actores sociales en prototipos: "el pueblo", "el indio", "el oligarca", "el criollo". Como consecuencia, la sociedad peruana es percibida de una manera que exagera las diferencias y minimiza los puntos de encuentro, las ambigüedades y la ambivalencia en cada uno de estos universos. Es más, estas representaciones de la diferencia con frecuencia asumen la existencia de rasgos étnicos o culturales pre-dados establecidos en los registros fijos de la tradición e ignoran el hecho de que las clases sociales, los grupos étnicos y las tradiciones culturales son productos históricos y relacionales que se encuentran en permanente negociación y reformulación (Babba 1994). Como señala Hall, la construcción de una identidad cultural es una cuestión de representaciones: "Siempre son ejercicios de memoria selectiva y siempre involucran el silenciamiento de algo con el fin de permitir que otro contenido más se exprese" (Hall 1995:5). Lo que se pierde en la división binaria es precisamente la comprensión de que las diferentes tradiciones culturales son constructos permeables y su historia es, en muchos sentidos, aquella de la infiltración mutua.
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Fuller, N. (2004). El papel de las clases medias en la producción de la identidad nacional. México y La Cuenca Del Pacífico, (23), 7–20. https://doi.org/10.32870/mycp.v7i23.234
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