El encuentro con el surrealismo en 1926-1927 despertó en Benjamin un “ardiente interés”. El espíritu de un marxismo gótico que consistía en una magia del pasado, una iluminación desgarrante y el énfasis en la revuelta, representaba para Benjamin “la última instantánea de la inteligencia europea”. En contra del “diletantismo moralizante” de los burgueses desencantados se postuló una politización revolucionaria que contaba con las fuerzas de la “ebriedad” y la carga de un pesimismo activo y organizado, idea lanzada por uno de los miembros activos del movimiento surrealista, Pierre Naville. El compromiso enérgico con la vía revolucionaria, que no es otra sino la vía marxista, encuentra su fuente en este pesimismo. Convergen en este punto el materialismo antropológico y la imagen dialéctica del sueño que Benjamin contrasta con el despertar concebido en el Libro de los pasajes como punto de oposición al movimiento surrealista.
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Löwy, M. (2007). Walter Benjamin y el surrealismo: historia de un encantamiento revolucionario. Acta Poética, 28(1–2). https://doi.org/10.19130/iifl.ap.2007.1-2.222
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